Atrapados por nuestro propio malestar
Solemos saber muy bien lo que tenemos que hacer, que
resolver, para que nuestras vidas “fluyan”, pero continuamente evitamos hacerlo.
Cada vez que intentamos dar un paso al frente una molesta sensación interna o
simplemente perder la motivación nos detiene.
Cuando actuamos así estamos escudándonos en el miedo. O eso
creemos, que es lo más irónico, que nos protegemos como un erizo, pero no es
así y a la larga no damos cuenta. Nuestro refugio no es cálido y acogedor, sino
que es pequeño y estrecho y cada vez que intentamos salir a dar una vuelta nos
retiene una molesta sensación en el cuerpo o simplemente perdemos la
motivación.
¿Notan alguna semejanza entre los dos párrafos?
Estamos atrapados, cuando llegamos a este punto somos
prisioneros de nuestros propios miedos y como buen carcelero nos censura cada
vez que intentamos salir.
En este caso no estamos atrapados por razones legales,
fuimos nosotros mismos quienes nos metimos allí, por tanto también depende de
nosotros salir de allí. Lo difícil de esto es que solemos olvidarlo.
Salir no es difícil, solo requiere quererlo. Hablar con el
carcelero, que se autodefine como “nuestro protector” y que nos atemorizará no
todas las cosas horribles que hay adentro.
Seamos sensatos, el mundo puede tener sus peligros, pero también
tiene la comida, el agua, las personas a las que queremos y todas las demás
cosas que necesitamos solo para entrar a conversar de supervivencia y encima
nuestro celador no es más que un delirio de nuestras mentes, por lo que muchas
manzanas no a va recogernos. En resumidas cuentas solo podremos quedarnos en
nuestra burbuja lo que nuestras reservas de gordura nos aguanten.
En este punto surgirá el astuto que declarará “yo puedo
estar deprimido o ser iracundo o lo que sea, pero aunque el celador viva en mi
cabeza, yo puedo comer todas las papas fritas que encuentre, a mi nunca me
faltará comida”
Si gordito, tienes razón en que nunca te faltará comida,
pero déjame contarte que “comida” no es necesariamente sinónimo de “nutritiva”.
Esas papitas por ejemplo son comida, pero no son nutritivas para tu cuerpo y ni
hablar de tú espíritu. Si tú cuerpo necesita nutrientes para estar sanos, como
vitaminas o carbohidratos, entonces tu mundo emocional necesita emociones
positivas para mantenerse bien, porque el también puede comer las negativas,
que le damos bastante, pero eso no lo nutre.
Acrecienta algo, lo negativo, es cierto. Pero nutritivo o positivo
es igual a “bueno”, que es aquello que nos favorece nuestra existencia y
bienestar, por tanto algo negativo no lo hará, es casi como acumular
enfermedades en el cuerpo y coleccionarlas como laminas de un álbum.
Para salir basta hablar con el celador. Tenemos dos formas
de enfrentarlo, la interna, que es la más potente, pero que requiere mucha
fuerza interior y valor, que podrían considerar emocional o esotérica y la
externa, que no es tan resolutoria, pero nos sube el ánimo y nos da la fuerza
para practicar la primera cuando estamos en cero.
La interna consiste en meditar, tanto en sentido místico
como intelectual. En recordar, dejar fluir y atrevernos a sentir las emociones
negativas, una a una. Las sentimos y las visualizamos saliendo de nuestro
cuerpo. Por cada tres que dejamos salir nos visualizamos cubiertos y rellenándonos
de una suave luz blanca. Puede tomar algunos años, pero a la larga eso saca
todo, todo, todo, lo que tenemos de oscuro en el alma. Es una forma previa y
más segura de la meditación en dorado, ya que es una modificación de la
meditación en blanco.
La segunda es física, yo la llamo “el rescate de los tres
chakras pilares” el cine contemporáneo la llama “come, reza y ama”.
Salvando, reabriendo y estimulando el primer chakra. Muchos
se vuelven adictos a los gimnasios por este punto. No entienden que el ejerció es
importante para este chakra, pero lo más importante es la risa, vean comedias,
lean libros de chistes, humor simple, negro, ironía, todo está permitido, pero ríanse
y ojala a carcajadas y recuperen el gusto por todo lo que implica está vivo,
como caminar, correr, nadar, sexo, perfumes, conciertos, etc.
Luego rescate al cuarto. Llore y llore, le aseguro que tiene
penas de las que ni se acuerde, pique cebolla si es necesario y recuerde
hidratarse después. Escriba sus sentimientos más negativos en cartas y luego quémelas
(eso purifica la energía negativa que descarga sobre ellas). Use el fuego con
responsabilidad, consejo personal. Después de eso ayude a los demás, como buen
boyscout. A cruzar las calles, sea voluntario en hogares de ancianos a lo que
ya nadie quiere, de niños abandonados a los que nunca quiso nadie, de
marginales viviendo hacinados y con un único colchón para la familia, que se
quieren de formas como usted jamás quería ser querido y menos que quisieran a
sus hijos. Llénese de su amor y gratitud y ámelos. Y sobretodo escúchelos,
porque a la larga se dará cuenta que es mejor escuchar cualquier cosa antes que
a su propio y negativo “dialogo interior”; esa vocecilla parasitaria y asustadiza
que se cree más inteligente que cualquiera, que se entretiene criticando
zapatos y cuyo único logro probado ha sido convencerlo de que no puede vivir
sin ella. Si quiere poner a prueba ese punto, practique todos los días meditación
por diez minutos y me cuenta en un mes. Ame y hable con su familia y con los
amigos que tenga problemas o escriba cartas. Las personas a las que más odia
cuando está mal son nuestros más grandes maestros, no llevan al límite, pero si
elegimos amarlos superamos el vinculo kármico y si nos los topamos en otra
vidas ya no será haciéndonos la existencia miserable.
El séptimo chakra. Es de la fe, pero no como creencia, si no
que como certeza absoluta. Hay quienes creen que existe dios porque se lo han
contado, hay quienes saber que existe dios porque intema y personalmente lo
sienten. Este estado se alcanza confiando en la vida y en la gente. Su padre lo
retaba si no estudiaba de pequeño. Lo que él hacía tenía un fin bastante más
amplio de lo que usted podía intuir en el momento del sermón. La vida es igual.
Aprenda a confiar en ella. Si entendiéramos y supiéramos de antemano porque
pasan las cosas que pasan no sería igual de entretenido. La gracia es jugar a
juntar las partes, remendarlas y luego volver a mirarlas. Esa es la mayor bendición
de los viejos. Tienen más retazos para ver, es más amplio lo que alcanzan a
comprender. Otras formas son meditando o acostumbrándose a hablarle
directamente a Dios, como a un amigo o escribirle. Antes de que me tilden de
loca comentaré que Einstein tenía este hábito. Así que ya sabe, recuerde que
cada vez que un prejuicio le presione la guata o la garganta, puede ser una
forma de protegerlo de una idea “nociva” para su sistema o que así la sienta,
pero también podría ser que su interlocutor estuviese mejor documentado que su vocecilla.
Nota; Evite las drogas y al alcohol a toda costa, un trago
es suficiente para dilatar todos los chakras, vaciándolos de su energía y obligándolos
a reabsorber lo que encuentren en el medio, que suele ser negativa. Los alcohólicos
y los drogadictos son como los choritos del mar, los pobres absorben todo lo
malo que soltamos, pero a diferencia de las plantas no lo purifican, solo lo
acumulan. ¿Sabían que por eso los judíos no comen choritos ni moluscos en
general? ¡Cuántas veces habrá servido usted de chorito a su prójimo, comiendo
problemas ajenos, solo este año?